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Variedades protegidas y cadena de valor frutícola

Óscar Salgado, Product Expert del Grupo SanLucar.

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Sanlucar

El panorama varietal en general, y particularmente el citrícola, ha evolucionado con el correr de los tiempos de tal forma que, en la actualidad, la proliferación de variedades protegidas provenientes de múltiples programas de hibridación se ha consolidado como la alternativa de éxito para la cadena de valor frutícola.

Algunos dicen que por sus altos rendimientos productivos, y por ende resultados financieros, benefician directamente al breeder u obtentor; pero también a productores y cadena, que llega con un mejor producto al consumidor final.

Para que una variedad sea definida y reconocida como distinta tiene que mostrar unas características claras de novedad, es decir, que sea diferente a lo que ya hay en el mercado, estable y, principalmente, que mantenga iguales cualidades en el tiempo. Y éste es precisamente el valor añadido que encierran las variedades protegidas.

Hablamos de un cítrico reconocible en el tiempo, de igual y excelente sabor y con las mismas características organolépticas cosecha tras cosecha e independiente de las zonas productivas; esto significa, hoy en día, cultivado en el hemisferio sur o en el hemisferio norte. Esta particularidad es la que cautiva a los nuevos consumidores, cada vez más exigentes con la fruta que adquieren. Un cliente final que no quiere sorpresas, que carece de tiempo y que exige una excelencia sostenida en el producto.

Como se mencionó, las características organolépticas se suman a la apariencia externa y postcosecha. Esta moneda de dos caras tiene a un consumidor exigente, pero también a un productor que debe ser rentable y capaz de ofrecer una fruta que posea esa calidad a la que el cliente final no desea renunciar. Difícil balanza, pero esta es la carrera por el éxito y que hace que una variedad triunfe o sea un fracaso.

De ahí que el modelo de variedades protegidas se imponga cada vez más en el sector citrícola. El consumidor no sabe de variedades, pero sí de preferencias; aquellas que satisfagan su propio paladar y que, en la actualidad, le son reconocibles bajo una marca comercial.

La constante presencia del producto en el punto de venta también contribuye a esta familiaridad. Y es que gracias a la innovación agraria es posible extender las campañas mediante la oferta de variedades tempranas y tardías, en el mismo hemisferio como zona de primores o zonas tardías; o en hemisferios distintos, dando continuidad a la oferta.

Si a esto sumamos la alta resistencia y buena conservación en términos de vida en anaquel, las nuevas variedades protegidas nos brindan la oportunidad de ofrecer al consumidor final un producto fresco, saludable y de alta calidad, pero además ¡durante los 12 meses del año!

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