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¿DD.OO. para crear valor en el mercado o para darle gusto a los alcaldes y políticos?

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Decididamente, esta conferencia mía en Villavieja (Alicante) ha dado mucho de sí. En el debate surgió el tema de las denominaciones de origen. Estamos al lado de Nules, la cuna de una de las variedades (allí dicen que la mejor) reina de las clementinas. Aparentemente no pueden tener un reconocimiento específico al existir la denominación “Cítricos de valencia”.

¿Para qué debe servir una denominación de origen? Para segmentar el mercado, asegurar al consumidor que va a disponer de un producto con características específicas, garantizadas y para lo cual debe estar dispuesto a pagar un precio más elevado que para el producto no específico.

Es un instrumento de política agraria a manejar con precaución porque no se puede engañar ni al consumidor ni al agricultor, cooperativa o industrial que participa en el proyecto. Al lado de marcas colectivas de reconocido prestigio local, regional nacional e incluso internacional, una ojeada al registro de las denominaciones existentes puede llegar a ser desolador.

Uno de mis últimas actividades en mi etapa de jefe de la Unidad del Aciete de oliva en la Comisión Europea fue argumentar en contra del reconocimiento de la denominación “Campiñas de Jaén” que intentaba amparar a toda la producción de aceite de oliva de la provincia no incluido aen algunas de las denominaciones de origen ya existentes. Jaén puede llegar a representar 1/5 parte del aceite de oliva producido en el mundo. ¿Alguien sensato piensa que tiene sentido económico una apelación que cubra tamaña producción? Es verdad que existe una apelación, Vinos de la Mancha, que cubre a la mayor región productora de vino del mundo mundial, pero les aseguro que nadie me pido mi opinión cuando se aprobó. Precedente no quiere decir razón.

Lo mismo digo con “Cítricos de Valencia”. Estamos hablando de la principal región productora de cítricos de Europa, y quizás del mundo (no dispongo aquí de las estadísticas correspondientes). ¿Alguien se cree que las condiciones climáticas y edafológicas son idénticas en toda la Comunidad valenciana, que estamos ante un producto homogéneo para el consumidor?

La variedad “clemenules” tiene un grave problema comercial. El nombre de “Nules” como tal es invendible en toda el área francófona. “Nules” significa “Nulo”, que no vale nada. pero en cambio es un nombre que se recuerda fácilmente: ¡Un producto que se llama “Nulidad”! Aquí la solución podría ser un gran clásico, transformar tu debilidad en fortaleza; utilizar este fuerte potencial de recuerdo que tu nombre tiene en el consumidor francófono para marcar la diferencia.

A menos de que la denominación de origen “Cítricos de valencia” sea un gran éxito comercial (información de la que tampoco dispongo aquí), el tema merece reflexión. Si así fuera el caso, tampoco hay que desechar el abrir en el seno de un gran paraguas espacios específicos para productos específicos, como acontece en determinadas denominaciones de origen vinícolas por ejemplo.

 

 

 

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