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El impacto de los envases es por su ciclo de vida y no por su material

• El análisis del ciclo de vida puede llevar a sorpresas que nos hagan replantear el uso de determinados envases hasta ahora cuestionados por su material, pero que, en su conjunto, generan un impacto medioambiental menor.• Si no se basa en análisis científicos, la comunicación de supuestas ventajas medioambientales puede llevar a invertir en prácticas equivocadas.

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El impacto en el medio ambiente de los envases alimentarios, tanto primarios como secundarios, viene determinado principalmente por su ciclo de vida y no tanto por el material del que están fabricados. Así lo expresó este miércoles Pere Fullana i Palmer, director de la Cátedra Unesco de Ciclo de Vida y Cambio Climático, en una de las jornadas de Envifood, el congreso del sector alimentario y el medio ambiente celebrado estos días en Madrid.

Bajo el título “Alimentamos un futuro sostenible, retos medioambientales de la industria alimentaria 2020”, en esta edición de Envifood se han analizado ejemplos de éxito en la gestión de la sostenibilidad ambiental por parte de la industria alimentaria y se ha debatido sobre cómo medir el impacto ambiental de estas empresas y cómo comunicarlo.

En este segundo punto se enmarcó la ponencia del Dr. Pere Fullana, quien aseguró que “el análisis del ciclo de vida (ACV) es la metodología esencial para cuantificar diferentes impactos ambientales (calentamiento global, acidificación, consumo de agua, etc.) generados a lo largo de todas las etapas del ciclo de vida de los productos o servicios. Desde el momento en que son extraídas las materias primas con las que será fabricado hasta que su residuo es gestionado, el envase pasa por diferentes etapas durante las cuales se produce un consumo de recursos (agua, energía, materiales, suelo) y/o una producción de residuos y de diferentes emisiones al medio. Todas estas etapas generan impactos ambientales que deben ser analizados considerando el ciclo de vida completo del producto/envase”.

Sorprendió a la audiencia conocer que el ACV forma parte ya de lo que en inglés se llama mainstream o corriente principal y no solo del ámbito científico, sino que ha sido también elogiado en la revista TIME, o por gurús mediáticos como Daniel Goleman (autor de Inteligencia Emocional) o en cursos a personalidades como el Dalai Lama (se puede encontrar en YouTube).

En su exposición, Fullana advirtió que, sin el ACV, se corre el riesgo de invertir recursos erróneamente y de comunicar ideas que no corresponden con la realidad. Así se ha definido en el caso de los envases del sector agroalimentario en una reciente publicación del Programa de Medio Ambiente de Naciones Unidas (UNEP). Y es que un buen ACV puede llevar a sorpresas que nos hagan replantear el uso de envases hasta ahora cuestionados por un aspecto concreto; por ejemplo, por estar fabricados en un material determinado, pero que, en su conjunto, por su eficiencia y adaptación a una aplicación concreta (por ser reutilizables o por usar muy poco material, etc.), produzcan un impacto ambiental menor que otras opciones consideradas actualmente por el gran público como más ecológicas, ya sea por desconocimiento o por haber recibido información incompleta.

Así, Fullana lanzó algunas afirmaciones controvertidas para el debate que una reciente publicación de la UNEP (el programa de Naciones Unidas para el medio ambiente) también aborda. “El debate de las bolsas, por ejemplo, no es entre materiales, sino sobre cómo un diseño se adapta a la aplicación requerida y el resultado puede ser diferente si se utilizan para la compra en el supermercado o en una tienda de ropa. El resultado también es diferente si se tiene en cuenta la multifuncionalidad, como la que tienen las bolsas de plástico para reutilizarlas como bolsas de basura. En los productos alimentarios, un envase no debería ser analizado aislado del producto, ya que, según cómo cumpla la función de protección y conservación, el resultado será muy diferente. La jerarquía de gestión de residuos (por ejemplo, la reutilización es mejor que el reciclado) puede ser una buena regla general (por ejemplo, aunque no siempre, en análisis en que intervenga un único material) pero no para comparar diseños de envases fabricados con diferentes materiales. En dichos casos, forzosamente se ha de pasar por un ACV que lo confirme.” Éste sería el caso del estudio realizado por el Instituto Fraunhofer de Alemania sobre el transporte de frutas y hortalizas con cajas reutilizables o de un solo uso, fabricadas en diferentes materiales, y que favorece la reutilización.

Por último, Fullana explicó la gran importancia que tienen los proyectos piloto que está desarrollando la Comisión Europea dentro de su iniciativa para un mercado único de productos verdes, las famosas Huellas Ambientales de Producto, basadas en ACV y que contemplan once sectores agroalimentarios, entre ellos el del aceite de oliva y el del vino, tan importantes para España.

La Asociación de Operadores Logísticos de Envases Reutilizables Ecosostenibles (ARECO) nació en julio de 2010 con la misión de fomentar el empleo de los envases y elementos de transporte reutilizables para contribuir a la sostenibilidad económica y, en consecuencia, a la protección del medioambiente. Está integrada por las empresas IFCO SYSTEMS, Euro Pool System, Logifruit, CHEP y LPR.

 

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