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La época dorada del bio. ECOLÓGICO

Todos los números del sector auguran un gran futuro al ecológico que, sin embargo, deberá hacer frente a nuevos retos: equilibrar la oferta y la demanda actuales y mejorar la comunicación con el consumidor.

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Las cifras del sector ecológico de frutas y hortalizas europeo son de vértigo: su valor en 2016 ascendía a más de 10.300 millones de euros y, en los últimos años, ha continuado creciendo a un ritmo de doble dígito; de ahí que todo apunte a que, en 2021, podría superar los 15.800 millones de euros. Este segmento crece en, prácticamente, todos los países, y España no iba a ser menos.

Según Álvaro Barrera, presidente de Ecovalia, el sector ecológico español ha duplicado su valor en los últimos cuatro años hasta superar los 2.000 millones de euros, con un aumento del consumo del 16,4% solo en 2018. “Crece a un ritmo muy fuerte y se consolida la tendencia de los últimos años”, afirma y avanza que todo apunta a que 2019 podría cerrar con un valor de mercado cercano a los 2.300 millones de euros.

Datos clave

Superficie. Con 2.083.173 hectáreas en 2017 –datos más recientes publicados-, España se mantiene como la principal potencia productora de ecológico en Europa, aglutinando casi el 14% de la superficie total. De ellas, en torno a 50.910 ha son de frutas y hortalizas (2,4% del total) y su producción asciende a casi 1 millón de toneladas.

Operadores. Nuestro país cuenta ya con 43.984 operadores de ecológico y se prevé que, en 2020, esta cifra supere los 50.000.
Mercado exterior. Según el último informe sobre El Sector Ecológico en España de EcoLogical, las exportaciones sumaron 890,8 millones de euros en 2017. Las hortalizas, con un 25%, lideran los envíos fuera de nuestras fronteras.

Consumo en España. En solo tres años, los consumidores españoles han aumentado sus compras de productos ecológicos en 700 millones de euros, siendo las frutas y verduras frescas los alimentos que ocupan mayor espacio en su cesta de la compra. De hecho, suponen el 78% de las compras mensuales de productos bio. El crecimiento del mercado interior ha hecho que las exportaciones pasen de suponer un 80% al 63%.

Consumo en Europa. De media, los consumidores europeos gastan 47 euros por persona y año en productos ecológicos, según datos del Research Institute of Organic Agriculture (FiBL), que añade que esta cifra se ha duplicado en la última década. Los consumidores suizos continúan liderando el gasto en alimentos bio, 288 euros por persona y año en 2017, y Alemania se mantiene como el principal mercado, con compras globales por valor de 10.000 millones de euros.

 

LAS HORTALIZAS DE INVERNADERO
La nota negativa al entusiasmo del sector la ponen las hortalizas de invernadero. La entrada en el sector de operadores mixtos –que producen y comercializan hortalizas convencionales y ahora también bio- ha aumentado la oferta hasta tal punto que, en determinados momentos de la campaña, los precios no han sido los deseables. Para Álvaro Barrera, esta situación debe considerarse como algo excepcional y que, ni mucho menos, será tendencia en los próximos años; sin embargo, la percepción es muy diferente entre los productores.

David Caparrós. Gerente de Balcón de Níjar. «La superficie de cherry ecológico se reducirá en 2020»

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Esta es, para Caparrós, una de las consecuencias que traerán consigo los bajos precios del ecológico en la última campaña, a la que hay que añadir la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) que, en su segmento, ha supuesto un aumento de los costes de mano de obra del 22%, que “mucha gente no está repercutiendo en el precio del producto para ganar cuota de mercado”. En este sentido, lamenta que, “actualmente, es muy difícil controlar la oferta, han entrado en el mercado grandes operadores con mayores volúmenes y precios muy agresivos”. Por todo ello, augura un descenso de la superficie en determinados productos ecológicos, como es el caso del tomate cherry.

Fernando Martín, Gerente de Bio Procam. «La horticultura bajo plástico debe reinventarse»

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Es la conclusión a la que llega el gerente de la empresa granadina Bio Procam tras ver cómo el producto ecológico lleva varios años depreciándose en los mercados. Para él, esa ‘reinvención’ del sector pasa por una mayor comunicación entre los distintos operadores: “No hablo de fusiones, sino de compartir información sobre planificaciones de campaña para evitar la saturación de los mercados en determinados momentos”. Asimismo, aboga por invertir en innovación, de modo que “hagamos nuestras producciones más eficientes, reduciendo costes y aumentando volúmenes”, y, finalmente, “el establecimiento de un mecanismo adecuado de retirada de producto del mercado en caso de crisis de precios”.

HOLANDA Y EL RESIDUO 0
Holanda es el principal interesado en que aumente el consumo de productos residuo 0 en detrimento del ecológico. Su propio modo de cultivo, basado en el sistema hidropónico –sin suelo- impide que puedan certificar sus producciones como ecológicas, ya que la normativa europea actual, y la que se prevé que entre en vigor en enero de 2021, refuerza el concepto de cultivos en suelo como condición sine qua non para poder considerar una producción ecológica. Ante la imposibilidad de conseguir la certificación bio, Holanda trabaja cada vez más para que el residuo 0 sea aceptado a nivel de distribuidor y consumidor final.

¿UN FUTURO PLATEADO?
No todo son luces en el sector de las frutas y hortalizas ecológicas. La oferta crece a un ritmo más lento que la demanda, generándose, a lo largo de la campaña, ciertos momentos de desabastecimiento en los que, para proveer a los mercados, se recurre a la importación de terceros países. Junto a ello, Álvaro Barrera apunta al nuevo reglamento europeo de producción ecológica, que entrará en vigor el 1 de enero de 2021 y que no debe convertirse en una oportunidad perdida para el sector español. “A nivel nacional, debemos trabajar para que no se flexibilicen los mecanismos de control, ya que no podemos perder la credibilidad de nuestras producciones frente a los consumidores”, explica.
Precisamente es, de cara al consumidor, donde se deben seguir realizando esfuerzos. “Todo lo que ha conseguido el sector hasta ahora lo ha hecho por sí solo, no hemos contado prácticamente con ningún apoyo a nivel institucional para la promoción del consumo”, concluye Barrera.

 

EL CONSUMIDOR, DESINFORMADO
Junto al bio y al convencional, las frutas y hortalizas de residuo 0 ocupan cada vez más espacio en los lineales de los supermercados, pero ¿el consumidor es capaz de diferenciar entre uno y otro producto? David Caparrós, gerente de Balcón de Níjar, lo tiene claro: “Existe una gran confusión”, de ahí la importancia de formar al consumidor. Esta desinformación, para Caparrós, perjudica al producto ecológico, puesto que el consumidor, al final, toma su decisión de compra en base al precio del producto, ligeramente más bajo en los alimentos residuo 0.

¿Qué es…?
Producción ecológica. Según el Ministerio de Agricultura, se puede definir de manera sencilla como un compendio de técnicas agrarias que excluye normalmente el uso, en la agricultura y ganadería, de productos químicos de síntesis como fertilizantes, plaguicidas, antibióticos, etc., con el objetivo de preservar el medio ambiente, mantener o aumentar la fertilidad del suelo y proporcionar alimentos con todas sus propiedades naturales.

Residuo 0. Es un modelo de cultivo que promueve el uso racional y documentado de insumos y productos fitosanitarios, evitando su aplicación generalizada e innecesaria. Asimismo, según Zerya, en la recolección, no se deben detectar restos de estos productos. Respeta la fauna auxiliar y la flora autóctona y, en ella, juega un papel fundamental el control biológico de plagas. Busca el ahorro energético e hídrico, gracias al estudio nutricional de los cultivos.

Agricultura biodinámica. Según Demeter, implica un enfoque holístico de la agricultura en la cual la vitalidad es la prioridad. Los agricultores biodinámicos devuelven más a la tierra de lo que le quitan cuando cultivan y crían animales. La finca se considera como un organismo en el que las plantas, animales y seres humanos están integrados y la diferencia más significativa es que, en la agricultura biodinámica, se trabaja con las energías vitales de la naturaleza y no solamente con las necesidades materiales. Un aspecto de esto es la consideración de los ritmos cósmicos en la producción vegetal (por ejemplo, en un cultivo, la siembra y la cosecha deben estar programadas si es posible en los días favorables).

Producción integrada. Es uno de los modelos de cultivo más utilizados en las producciones hortofrutícolas y, según la Junta de Andalucía, se define como los sistemas agrícolas de obtención de vegetales que utilizan y aseguran a largo plazo una agricultura sostenible, introduciendo en ella métodos biológicos y químicos de control, así como otras técnicas que compatibilicen las exigencias de la sociedad, la protección del medio ambiente y la productividad agrícola, y las operaciones realizadas para la manipulación, envasado, transformación y etiquetado de productos vegetales acogidos al sistema.

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