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Los fondos de inversión, ¿han venido para quedarse?

Tomás García Azcárate, investigador del Instituto de Economía, Geografía y Demografía del CSIC.

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Un fantasma recorre la agricultura europea, el de los fondos de inversiones. Estos se interesan cada vez más al sector primario, desde los integradores de cerdos y pollos a las bodegas vinícolas. Las frutas y hortalizas no son la excepción a este fenómeno.

La política monetaria del Banco Central Europeo en los últimos años ciertamente ha ayudado a limitar el impacto económico y social de la crisis que hemos padecido, y en buena parte seguimos padeciendo. Se han bajado los tipos de interés hasta niveles tales, que se oye cada vez más hablar de tipos de interés negativos y se ha inundado de liquidez los mercados financieros. Toda política tiene su cara y su cruz, en este caso la pérdida de rentabilidad de las inversiones financieras.

En estas condiciones, para buscar rentabilidad, cierto número de fondos empezaron a interesarse por la economía real. La agricultura no fue su primera opción y, a menudo, comenzaron por el mercado inmobiliario, pero poco a poco también miraron otras alternativas, especialmente en pequeñas y medianas empresas. El momento del cambio generacional es a menudo propicio para ello.

Este es el caso del fondo Abac Solutions, apoyado por inversores europeos, de los Estados Unidos y asiáticos. Primero invirtieron en el proveedor de la industria automotriz Metalcaucho; el fabricante de sillas de alta gama Figueras International Seating; luego le tocó el turno a PromoKal Group, un especialista en dietas ricas en proteínas para bajar de peso; el siguiente fue Plating Brap, especialistas en recubrimientos electrolíticos de los plásticos; siguieron con Beer & Food, un grupo con varias cadenas de restaurantes y Motorcard, el líder español en equipamiento para motocicletas. Pero seguían teniendo fondos disponibles para invertir. Entonces compraron el grupo Agroponiente, que pesa 350.000 toneladas de vegetales entre tomates, pimientos, pepinos, berenjenas, melones y sandías, exportados al 70%. Factura unos 300 millones de euros y la empresa cuenta con 5 plantas y 20 centros de acopio. Es la décima empresa del ranking de empresas españolas del sector y la cuarta de Almería.

Esta no es la única operación que ha tenido lugar recientemente. El grupo inversor valenciano Atitlan ha adquirido el 100% de Frutas Romu. Es una compañía de producción de cítricos con sede en Murcia, pero sus 1.300 hectáreas están tanto en esta Comunidad Autónoma como en la región valenciana o Andalucía.

Impulsado por la firma de inversión Miura Private Equity, Frutas Esther y Citri&Co han creado un grupo conjunto. Junto con Martin Navarro, Rio Tinto, Perales&Ferrer, formarían uno de los grupos frutícolas más grandes del mundo.

Magnum Capital entró en el capital de Agrupapulpi, compañía líder a nivel nacional de producción de sandía y una de las mayores productoras de lechuga iceberg en Europa. Estamos hablando hoy de 2.300 hectáreas en plena producción entre Murcia, Almería y Granada. Los planes futuros de la compañía hablan de 3.000 hectáreas, 80 millones de piezas de lechuga y 50.000 toneladas de sandía.

Estas inversiones llegan porque los inversores, que no son tontos, esperan ganar dinero en un momento en que se alzan muchas voces por la pérdida de rentabilidad de la producción española de frutas y hortalizas según dicen por la competencia (dependiendo de los productos) de África del Sur (naranjas y mandarinas), Turquía y Egipto (cítricos), Argentina (limones), hortalizas (Marruecos) … o los Países Bajos.

En realidad, estamos asistiendo a un cambio estructural de gran magnitud, en línea entre otros con el experimentado en el sector del aceite de oliva, con el que está aconteciendo en la producción de almendro hoy o lo que aconteció en el sector hortícola de los Países Bajos, pero con algunos años de retraso.

Los agricultores tradicionales e individuales, productores de frutas y hortalizas banalizadas, están cada vez más en una situación difícil y presumiblemente acabarán saliendo del mercado, su lugar lo ocuparán (y lo ocupan ya) aquellos que invierten solo si son grandes y organizados, en el salto que las nuevas tecnologías permiten y demandan las grandes centrales de compras que dominan el mercado europeo.

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