Las bases para el consenso estaban sobre la mesa, pendientes de que los unionistas de Irlanda del Norte (DUP) cedieran y permitieran que el Reino Unido salga de la Unión Europea el 31-O de forma consensuada. Así será, si la fortuna favorece a Londres, Belfast y Bruselas.

Finalmente, hubo fumata blanca en Bruselas. Lo ha confirmado el presidente de la Comisión Europea saliente, Jean-Claude Juncker, en su cuenta de Twitter. «Cuando hay voluntad, hay acuerdo», ha escrito. «Tenemos un acuerdo equilibrado y justo».
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Juncker, que se queda al frente hasta el 1 de diciembre por el fracaso de tres comisarios del equipo de Ursula von der Leyen ante el Parlamento Europeo, puede que se vaya así con un Brexit consensuado.

Ahora falta el visto bueno del Consejo Europeo esta tarde, que lo tendrá, del Parlamento británico el sábado, un escollo que frustró los intentos de Theresa May en tres ocasiones, y finalmente del Parlamento Europeo.

El primer ministro británico, Boris Johnson, ha señalado en su cuenta de Twitter: «Hemos logrado un gran nuevo acuerdo que nos permite recuperar el control. Ahora el Parlamento ha de permitir que lo hagamos posible el sábado y así podamos dar prioridad a otros asuntos como el coste de la vida, la sanidad, la delincuencia y nuestro medio ambiente».

En un comunicado, el DUP había arrancado la jornada con un rechazo a los avances logrados en Bruselas por los negociadores británicos y de los 27. “Como están las cosas”, dice el texto, “no podemos apoyar lo que se sugiere sobre fronteras y sobre consentimiento y hay falta de claridad sobre el IVA”. No especificaba plazos, pero tampoco daba carpetazo final a la negociación.

El primer ministro, Boris Johnson, ha apostado finalmente por la salida consensuada justo en la recta final hacia el 31 de octubre. A pesar del rechazo de los unionistas, a quienes necesita en Westminster, a establecer la frontera en el Mar de Irlanda. Aún no está claro si se suben al barco de la salida con acuerdo, probablemente a cambio de mayor ayuda económica a Irlanda del Norte.

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Los unionistas cuentan con un apoyo en Irlanda del Norte de un 36% de los votos, según los últimos comicios. Tienen diez diputados que ahora son cruciales para que cualquier acuerdo sobre el Brexit tenga visos de conseguir la aprobación en el Parlamento británico. Sin ellos, Boris Johnson ha de convencer a 33 diputados, entre los disidentes conservadores y laboristas. Es su próximo reto.

Conocen su poder y por ello han presionado a Boris Johnson hasta el final. A ello se suma que los brexiters duros, como el European Research Group (ERG), que suman a una treintena de diputados tories, hacen mucho caso de los unionistas. Este grupo conservador está dispuesto a dar su respaldo a lo que pacte Boris Johnson.

Los unionistas son decisivos desde que en las elecciones anticipadas de junio de 2017 la entonces primera ministra, Theresa May, fracasó en su intento de fortalecer la mayoría conservadora. Al contrario, los conservadores se quedaron pendientes del apoyo unionista para gobernar, lo que les permitió presionar a May durante las negociaciones del Brexit, y hace que ahora también su luz verde sea tan ansiada.

Resulta endiablado que una formación política que ni siquiera cuenta con la mayoría absoluta de los votos en Irlanda del Norte marque el futuro de todo el Reino Unido. Más aún cuando en Irlanda del Norte ganaron los partidarios de la permanencia en la UE, opción que defiende el Sinn Féin, que rechaza sus lazos con el Reino Unido y por ello no se sienta en Westminster.

Pero el escenario que generó el Brexit desde que venció la opción de salida de la UE el 23 de junio de 2016 siempre ha sido de pesadilla. Los británicos votaron a favor de dejar la UE con mensajes basados en falacias y nadie les explicó cómo se ejecutaría la primera salida de un país miembro de la UE. No lo explicaron porque no lo sabían.

Vuelta a May

En estos tres años ha quedado en evidencia que para salir de la Unión Europea no hay muchas puertas. De ahí que el texto que han tenido sobre la mesa los Veintisiete y los negociadores británicos sea similar al manejado en febrero de 2018 por Theresa May.

La gran diferencia es que ahora sería Irlanda del Norte la que se quedaría, en la práctica, en la unión aduanera y no todo el Reino Unido. May creía que esa opción no sería aceptable para ningún primer ministro británico.

Según las filtraciones sobre el texto del principio de acuerdo, que cita en su Twitter el periodista Alberto Nardelli, Irlanda del Norte se regiría por las normas aduaneras de la UE, con lo que la frontera estaría situada en el Mar de Irlanda. Siempre es más fácil de asimilar una frontera que coincida con el mar (entrada y salida de barcos que siempre ha de ser controlada) o el aire, en lugar de los límites terrestres. Habrá excepciones para productos que  comporten riesgos en su ruta desde Gran Bretaña a Irlanda del Norte.

Asimismo se establece un mecanismo para que los norirlandeses den su consentimiento al pacto. Se plantea que sea por mayoría simple en la Asamblea de Stormont.

Las principales partes del Acuerdo de Retirada, como las relativas a derechos de los ciudadanos, los compromisos financieros del Reino Unido, y el periodo de transición, permanecen invariables.

El visto bueno de Westminster

La carrera hacia la salida consensuada no terminará hoy en Bruselas, aunque la luz verde de los Veintisiete y de Boris Johnson sea un paso de gigante en un camino agotador. A continuación será en Westminster donde se dilucidará si este acuerdo será la puerta de salida. También ha de suscribirlo el Parlamento Europeo.

El sábado está convocada sesión parlamentaria. El primer ministro británico necesita 320 votos para que este acuerdo salga adelante. Cuenta con unos 260 apoyos, y probablemente los 28 brexiters también le respalden. Los 21 disidentes con Boris Johnson están en duda, así como los unionistas, que se han resistido hasta el final. También serían bienvenidos disidentes laboristas.

El Parlamento británico aprobó la ley Benn que insta al primer ministro a solicitar una prórroga a Bruselas en caso de que no haya acuerdo el 19 de octubre. El ministro del Brexit, Stephen Barclay, ha asegurado que el gobierno cumplirá con la ley.

Tanto en Londres como en Bruselas hay muchas ganas de que el Brexit deje de acaparar tantos esfuerzos y tanto tiempo. Después de más de tres años de negociaciones, es hora de construir después de tanta destrucción y tanta ruptura.

Fuente: El Independiente